LA HORA INCOGNITA, la moto que salvó a esos chicos.
LA HORA INCOGNITA, la moto que salvó a esos chicos.
NOTICIAS , Publicado el 25 de julio de 2021
Si hago una lista de mis – pongamos por caso – 100 películas favoritas de todos los tiempos, resulta que no me sale ninguna “peli de motos”. Sí, hay documentales sobre motos que estarían en una lista análoga de docus. Pero lo que se dice en plan ficción, no me he topado con una “de motos” que me sobrecoja. Será que ese film aun está por rodar. Ahora bien, sí que tengo anotados en esa lista un montón de títulos que me incluyen en el guión alguna impagable escena con una motocicleta. Me da que es porque en el cine, como en la existencia humana, hay muchas historias que no serían igual sin una moto. Y hoy voy a recomendar una bonita cinta con moto. Igual no figura entre la centena top pero me mola exageradamente y es posible que, para muchos amiguetes de esta aventurera editorial motociclista, pueda ser un descubrimiento.
La hora incógnita (Mariano Ozores. 1964)
“La hora incógnita” es una rareza dentro del celuloide español. Es una historia de ciencia-ficción en un cruce de caminos entre “esto podría pasarle a usted”, “el apocalipsis está a la vuelta de la esquina”, “lo más bonito del cine celtibérico es esa tendencia al costumbrismo” y “ya no hay actores como los de antes”.
Lo del género fantástico no es que sea un punto fuerte de la literatura o el cine en español. Será porque el nuestro es un pueblo escaso de imaginación o porque andamos algo tacaños con la visión alternativa del mundo o porque somos un tanto rancios y carentes de buen humor. La cosa es que la mayor parte de nuestra cinematografía de género (más bien dedicada a la exportación) ha estado condenada a un bajo presupuesto, a actores en horas bajas, a un gore que apesta a ketchup y también, a una exhibición de tetas y culos incluida en el lote sin más fundamento que la acuciante necesidad de hacer caja.
Pero ese no es el caso de “La hora incógnita”. En esta peli hay una idea, un guión cuidado y una historia extraordinaria en una pequeña ciudad castellana que es una mezcla de El Escorial, Madrid, Torrelaguna, Alcalá de Henares y Guadalajara (ahí mismo, a un paseíto en moto para una mañana de domingo desde el Foro). En los títulos de crédito vemos al ejercito evacuando la ciudad. Y en cuanto las calles quedan desiertas empiezan las historias de los pocos que han quedado atrás. Los desgraciados están destinados a una muerte espantosa a las 10 de la noche, cuando un misil en pruebas desviado de su trayectoria caiga sobre la vieja capital de provincia destruyéndola por completo.
Y aquí es donde viene lo bueno.
Las vidas en juego son las de unos personajes variopintos – un repaso a la humanidad – que resultan estupendos porque los actores también lo son. Disfrutamos de una de las últimas interpretaciones de José Luis Ozores, con su chaplinesca capacidad de cambiar de registro entre dos líneas, zampándose la pantalla. Y el resto del reparto es de cuando los actores sabían vocalizar, mirar y dar vida a un texto de forma verosímil. La dirección es de Mariano Ozores antes de arrojarse al todo a 100 de la españolada, y da para hacernos pensar en lo que pudo haber sido. Y luego está lo de la moto.
Esos personajes atrapados en su fin del mundo, sin modo de escapar a su trágica suerte, en cierto momento – la verdad es que no quiero fastidiar el intríngulis de la historia y no me voy a extender mucho – van a volcar sus esperanzas de supervivencia en una moto que no está precisamente en estado de colección: Seguro que es una MV Agusta de las fabricadas en Gijón bajo licencia por Abelló; supongo que una 150 pero no estoy yo muy seguro (agradeceré sugerencias de algún experto en la marca astur-italiana). Es cuando vemos la moto cuando descubrimos que hasta en el cine fantástico español del siglo XX alguien se dio cuenta de que, incluso a minutos de una debacle termonuclear, se puede dar el caso de que la única salvación posible sea subirse a una moto y salir rodando. Eso es así en la ficción y en la realidad. En los libros y en la pantalla. En el cine como en la vida. Recuerda, no te la puedes perder: “La hora incógnita” (1964).
Alex Tornasol