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Felice Pacifici

1º parte..

Mi «peculiar» carrera de periodista en las revistas Motociclismo Clásico (España) y Motociclismo d’Epoca (Italia) no hubiera sido posible sin la ayuda y la colaboración de otro motocilista aun más loco y aficionado que yo al motociclismo: Costantino Frontalini.

De sus genuinas empresas hablaremos en otras ocasiones. Conocido casualmente mientras trabajaba en mi libro sobre motos y cine, se ha convertido desde entonces en una figura indispensable cada vez que he necesitado ser valiente para defender mi manera de entender el motociclismo.

La historia

Hace años Costantino y su hijo Giacomo me pasaron una biografía espectacular. Edición propia sobre la vida de un desconocido pionero del moto-turismo italiano: Felice Pacifici, nacido en Roma en 1902.
Os resumiré aquí las tres etapas más importantes de la vida de un hombre común, que hizo de su existencia algo extraordinario gracias a la curiosidad y a la afición por la dos ruedas.
Motociclista desde los 18 años, Felice fue un gran trabajador. Un hombre de familia, corredor, aventurero. Pero sobre todo un viajero culto y sin miedo, capaz de tragarse con el mismo entusiasmo tanto el recorrido completo de los principales museos de Europa, como centenares de kilómetros diarios por carreteras en mal estado, y sin encontrar un alma.

Su padre, dueño de una fábrica, le regaló su primera moto: una Harley-Davidson bicilindrica con sidecar, que Felice quitaba y ponía según sus necesidades. En aquella época una Harley ¡era un verdadero lujo! Pero llegado un momento el chaval quiso probar otra marca.

 

Moto Guzzi

Su primera Moto Guzzi, derivada de la serie Sport de competición, llamada “2 valvole” por tener dos válvulas en cabeza, estuvo con él más de 10 años.  Participaron en carreras (incluso venciendo algunas).

Pero sobre todo viajes. Muchos viajes. Desde 1928 Pacifici recorrió en cinco años mas de 30.000 Km, ¡una burrada en aquella época! Visitando 15 naciones europeas.

Su riquísimo diario, lleno de anécdotas, ofrece aun hoy una mina de detalles útiles para enfocar cualidades y defectos de un mundo vibrante de novedades: el de los años Veinte.

Durante su primer viaje en Holanda, por ejemplo, finales del verano de 1928, Felice se asombra viendo como en Amsterdam “incluso los peatones al cruzar la carretera indican su dirección con un gesto del brazo”, costumbre, escribe, que ojalá se adoptara también en los países del Sur, como el suyo, donde cada uno hace lo que quiere…¿Os suena verdad?