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El valor del Pasado

Nuestros amigos italianos de la Rodaggio Film (https://www.rodaggiofilm.com) – otra pareja de locos aficionados al motociclismo y expertos de libros y películas del tema – después de casi un año de búsqueda por las casas cinematográficas y filmotecas de todo el mundo (porque una cosa es “buscar” en Wikipedia y otra muy distinta encontrar de verdad el objeto de deseo), parece que estén en trámites de obtener los derechos de una película del año 1933 protagonizada por la gran Ida Lupino y ambientada en el mundo de las carreras de coches y motos. “Money for Speed” es el titulo, algo así como “Pasta por correr” o incluso “Pasta por jugarse la vida” ya que correr, por aquel entonces, comportaba para los pilotos una cercanía con el peligro de morir mucho más grande de la que los rodea hoy en día.

Si, como creen Ale y Silva, en los próximos meses consiguen adquirir todos los permisos necesarios y las copias supervivientes, esparcidas por los archivos cinematográficos de varios países, el paso sucesivo verá la restauración completa de esta película en blanco y negro, cuyas secuencias espectaculares de carreras en moto – mezcladas, como se hacía habitualmente, con otras realizadas en estudio- nos llevarán hacia un pasado evocador del motociclismo más verdadero. Es otra de las ambiciones de La Mala Suerte: intentar “salvarnos” del Presente; un Presente que no solamente se muestra cada vez más incómodo y rebosante de pánico infantil sino que además se nos ofrece barnizado de una manipulada actualidad más enemiga de las motocicletas que nunca, olvidadiza y obtusa hacia el valor no solamente histórico sino poético de una de las invenciones más poderosas del siglo XX.

Es con enorme orgullo que hemos elegido empezar nuestra actividad “haciendo libros” con El vehículo perfecto de Melissa Holbrook Pierson y La Leyenda de Big Sid de Mattthew Biberman, ya que ambos contribuyen a rescatar el motociclismo de su aburrido y aséptico presente y recuperar los valores de una “dimensión” casi mágica, diría yo, y que resulta en gran parte perdida, olvidada. Así como Melissa declara tener cierta nostalgia por aquellas tardes de su juventud, pasadas en un garaje, junto con amigos o compañeros de vida mientras arreglaban sus motos permitiéndole aprender cosas sobre de ellas, Matthew nos lleva de la mano hacia el mundo de las carreras por carretera de los años cuarenta, cuando su padre se medía no solo con la velocidad sino con la mecánica (todavía accesible) de las motos, con la curiosidad por aquellas increíbles “maquinas”, como las llamaba, capaces de enamorarte unicamente con su voz saliendo de los escapes en un rugido salvaje de liberación temporal de una realidad cotidiana que incluso entonces podía ahogarte, o resultar aburrida. Mirándolos bien, ambos puntos de vista de nuestros escritores-motociclistas nos sirven para reflexionar sobre un tema del que el mundo político actual parece aprovecharse por simple falta de otros recursos: el miedo que representa vivir un Presente obsesionado con un falso futuro apocalíptico. El miedo depende de cómo uno lo ve: puede ser un freno o un recurso, un parche sobre los ojos o el más fuerte de los estímulos para seguir adelante, para adentrarse en lo desconocido y ver aquello que sucede, pero no como simples espectadores sino como auténticos protagonistas. Este Pasado glorioso que vamos a resucitar, rebosante de hombres curiosos y mujeres sin miedo como Philip Vincent, como Phil Irving, como Fay Taylour, Theresa Wallace o Don Johns, ha hecho nuestra historia, la del motociclismo de los orígenes. Lo útil que resulta acercarse a estos años y recuperarlos es esencialmente porque a su manera nos enseñan a confrontarnos con el miedo, convirtiéndolo en algo imprescindible de nuestra vida de adultos y aventureros protagonistas de esa misma vida.

La restauración que realizará la Rodaggio Film de la película Money for Speed verá al final la inclusión de los subtítulos en varias lenguas entre las que estará el español, así que esperamos poder procurar su venta a través de nuestra página web, aunque aún no sabemos cuando. En efecto, fue esta película la que lanzó a la inteligente actriz Ida Lupino desde Inglaterra hacia el mundo del Hollywood de los mágicos años treinta, allí donde encontró su futuro como actriz y como directora de películas originales: por primera vez, el punto de vista de una mujer sobre un mundo protagonizado por hombres: el oscuro cine negro de los años cuarenta. Y esto nos recuerda otra vez a Melissa Pierson, otra infiltrada en un mundo aún muy “masculino” de los años sesenta y setenta, hecho por motoristas sucios de grasa, que ella retrata con cariño, paciencia, y con su gratitud de novata de la moto.
Si el presente escasea de actitudes inteligente, de respeto y de curiosidad, vamos a darnos una sacudida entrando en el pasado ofrecido por La Mala Suerte que, una vez más, como las motos, nos salvará del miedo.